Hay días que marcan un antes y un después en nuestras vidas, para bien o para mal, y este es uno de esos días para mi.
A mediados del año pasado despedí a mi primo Eduardo Farias, más conocido como “Do”, quien viajó hacia lo que él consideraba “su lugar en el mundo”: Punta Cana, ubicada en la isla de República Dominicana, hoy famosa por lo ocurrido en Haití.
Luego del reciente sismo escribí varios mails preguntándole si estaba bien, temiendo lo peor. Me tranquilicé cuando leí en Internet que en donde él vivía no habían sufrido derrumbes ni daños menores.
Sin embargo, por esas cosas del destino, mis miedos se hicieron realidad … a veces uno desearía que los sueños fueran lo único que se concretaran, pero a veces eso es solo un exceso de esperanza y optimismo.
Hoy, mientras viajaba en trole me empecé a sentir descompuesta… me faltaba el aire; pensando que era la presión baja probé con ingerir varias cosas dulces … y nada … pocas horas después la respiración del Do se cortaba para siempre por un infarto, a pocos días de su cumple Nº 51. Casualidad?, no lo creo, cuando las personas logran una conexión especial esas cosas se presienten.
Por qué hacer público un dolor tan sentidamente personal?. Sencillamente porque necesito creer que no se fue, que va a seguir siendo el fanático admirador de los escritos de este blog, que en algún lugar él esta recibiendo estas líneas y que se siente orgulloso de que le haga un merecido homenaje.
Compartimos cinco meses juntos, creo que el sentía que había caído en un agujero negro en su vida al volver a la Argentina, ya que aquí no encontraba consuelo ni orientación para su crisis existencial, laboral y sentimental.
Lo ayudamos como pudimos, pero su necesidad de volver al paraíso que lo había albergado por 8 años (donde no lo discriminaban por su edad para darle nuevas oportunidades), lo hicieron volar y seguir con su gran pasión: la fotografía.
Desde allá me envío su ultimo mail con esta foto (entre muchas otras), que fue la ultima que nos tomamos juntos, poniendo la cámara en automático. Esa noche brindamos por los reinicios y los reencuentros. Aun lo veo saludándome desde la luneta del taxi, con una profunda tristeza camuflada tras la sonrisa.
Su deseo había sido el de morir en la isla, por lo que no volveremos a verlo ni siquiera para despedirlo contemplándolo desde su sueño eterno. Aunque propusimos recordarlo como que sigue vivo, solo que lejos, de viaje, como siempre … la verdad es que algo se rompe y muere dentro nuestro, y no hay ilusión o fantasía que lo sane o resucite. Uno siente que la vida se vacía de sentido, como si los colores se transformaran en sepias o se viera el porvenir fuera de foco.
Cuando el corazón explota en miles de kilómetros, uno se reconstruye con la ilusión del próximo mail, la próxima llamada, el próximo reencuentro. Ahora que pienso que el último mail lo recibí el 11 de enero de este año, su última llamada a fines de diciembre del 2009 y la última vez que lo vi a fines de agosto del año pasado … es algo difícil de comprender y aceptar.
Si la vida de un ser amado se apaga, también nos produce un apagón en el alma, y nos quedan dolores ajustados al cuello, rasguñando el corazón y lavando la mirada. Un sin fin de preguntas sin respuestas, de reproches sin sentido, de puntos suspensivos …
Solo resta seguir viviendo con los ausentes presentes en nuestro corazón, agradecer que él se haya cruzado fugazmente en nuestros destinos, así como saber que la vida es una carrera y quien se va nos deja la posta para continuarla y superarla.
Este blog es para vos, mi DO: GRACIAS y BUEN VIAJE!!!