Siempre vi a los aviones como si fueran gigantes cruces deslizándose por el cielo, nunca creí que esa extraña interpretación simbolizaría mi actual terror a volver a subir a un avión. Dicen que el origen de ese miedo se debe pura y exclusivamente a un factor: LA IMAGINACION!!!.
Un dicho reza “cuando la razón y la imaginación entran en conflicto, la imaginación siempre gana” y eso es cierto ya que las cosas por sí mismas no atemorizan a las personas, pero sí la idea que se hacen de ellas; estas fantasías negativas incluyen desde el hecho de que cuando tomamos un avión nos vemos obligados a confiar nuestras vidas en personas desconocidas hasta soportar la sensación claustrofóbica de que uno se va a meter en una caja de metal (posible ataúd metálico), y ahí encerrado a 10.000 metros de altura, pueden llegar a fallar los motores o se puede romper un ala con el viento, etc, etc.
Uno de los consejos mas “light” que suelo escuchar es el de auto-convencerme con afirmaciones positivas tales como: "estoy bien", "estoy seguro", "estoy tranquilo y relajado”; evitando siempre pronunciarlas junto a un NO, por ejemplo: “NO tengo miedo” ya que nuestro subconsciente NO entiende de negaciones y solo registraría la frase “tengo miedo”.
Sin embargo, apelando a la positividad de mi persona podría imaginarme subiendo a un avión SI y SOLO SI me dopan como lo hacían con el negro Mario Baracus de ”Brigada A”, o si inventan un nuevo sistema de tele transportación o si me suben con un paracaídas bien asegurado a mi cuerpo.
Me pueden brindar desde garantías de extrema seguridad áerea o de una avión super moderno … Y NI AHÍ! ... puedo pagar un curso de “cómo superar el miedo a volar” … Y NI AHÍ … o hacer control mentral via CD, reikista, yoguista o el mismísimo Dalai Lama … Y NI AHÍ.
Conclusión? “No voy en tren NI en avión” osea, o cambio el destino de mis vacaciones a un lugar más cercano o busco internarme 72 horas en la butaca incomoda de un colectivo en un viaje eterno pero con la caída libre garantizada a pocos metros de la ventanilla.
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