martes, 11 de mayo de 2010

Lo que no se hereda, se roba.



No es que haya hecho como el Chavo del ocho y le haya cambiado el orden del dicho popular “lo que se hereda no se roba” por un incorrecto “lo que no se hereda, se roba” … es sencillamente que hoy comprobé que también hay herencias no sanguíneas.

En la época del secundario, cuando iba a la casa de mi compañera (hoy amiga) Dámaris no entendía por qué ella le decía TIA a las amigas de su mamá, y con el tiempo las hijas de Dámaris me dicen TIA a mi, sin necesitar acreditación sanguínea más que la del ADN que se imprime desde los sentimientos.

Cuando un día acompañé a llevar a Jazmín al jardín, nos sorprendimos cuando su seño me miró y dijo ¡Qué parecida que es Jazmín a su tía!!”, tal vez porque ambas usábamos anteojos pequeños, pero la anécdota sirvió para divertirnos con la reacción de la maestra cuando le quisimos hacer entender que yo si era su tía, pero del corazón.

Por otra parte, siempre tengo la costumbre de levantar vasos o copas para brindar por lo que sea y donde sea, y cuando hoy fui a almorzar a lo de mi amiga, mi sobrina espontáneamente pidió que hiciéramos un brindis “por el nuevo look de la tía, que le queda muy lindo” … me quedé perpleja por ver mi particular costumbre reflejada en ese gajito de Damaris, y ahora un poco mío también.

Así como esas acciones, también coincidimos en detalles de los que me he visto grata y casualmente sorprendida, en todo eso venia pensando en el viaje rumbo al trabajo y de ahí que concluyera en que realmente lo que no se hereda, también se “roba”.

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