miércoles, 10 de marzo de 2010

Empacho discursivo



¡Cómo extraño la época en que las palabras de los políticos hacían historia por su profundo sentido y por los ideales o la fuerza que transmitían al pueblo y a las futuras generaciones!. Como el famoso discurso de Martin Luther King sintetizado en la frase “Yo tengo un sueño” o la frase de J. F. Kennedy: “No preguntes que hizo hoy tu país por ti, pero pregúntate que hiciste tu por tu país”.

En esta mediocre época, el falso proselitismo parece imponerse sobre el genuino patriotismo de antes, tal vez por eso los ciudadanos actualmente tenemos que intoxicarnos con los comentarios de “Doña Rosa” (con el perdón de las inteligentes Doñas Rosas, entre ellas mi abuela) que hace nuestra presidenta Cristinita.

Como cuando elogió las bondades de la carne porcina que, entre otras cualidades, dijo que “mejora la actividad sexual”, lo que “no es un dato menor”; o cuando al tratarse el convenio para la transmisión de los partidos de fútbol por la televisión pública, expresó: "Yo no quiero una sociedad de secuestros ni de personas, ni de imágenes ni de goles”. O los parafraseos peores que los del Chavo, cuando nuestra mandataria dijo: “Ladran sancho señal de que son perros”.

Al igual que sus pobres e incoherentes comparaciones de los fondos buitres con las ratas del riachuelo, o sus confusiones fonéticas de que la palabra mesura tiene sonido a censura, en respuesta al pedido de "mesura" y "respeto a los jueces" que formuló la Corte Suprema de Justicia.

¿Dónde está la madurez política, la diplomacia, la coherencia, el buen gusto y el sentido común en los discursos presidenciales? Me pregunto quién la asesora en cuanto a las expresiones que utiliza para atacar a todo el que se le oponga, sea persona o institución. ¿Por qué tanto retroceder reivindicando derechos y hechos del pasado mientras sus palabras van desdibujando el presente y parecen no llevarnos a buen puerto en el futuro?

Tal vez su capricho y orgullo sean los únicos consejeros que le hacen improvisar frente al pulpito en el que se impone cual maestra que imparte lecciones a su séquito que aplaude sus pobres razonamientos y bolufrases, mientras quienes la vemos por TV no conseguimos digerir ni siquiera su imagen aunque le bajemos el volumen al televisor.

¿!Cómo respetar una envestidura que no respeta nuestra inteligencia, que la escupe en cada palabra pronunciada desde unos labios tan artificiales como el INDEC!?. Sinceramente, ya me asqueé de escucharla mentirnos tan descaradamente. Qué ironía: una presidenta que tiene un record de palabras da como resultado un país sin palabra.

1 comentario:

  1. BUENAS NOCHES!!...opino que es un doble discurso el de la presidenta, ni la escucho porque no le da vergüenza agena. Muy buena redaccion!! te mando un besote...
    Euge.

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