jueves, 23 de julio de 2009

El significado de las botellas

Hay cosas de la cotidianeidad que incorporamos como aceptables e incuestionables hasta que un niñito nos pregunta ¿y para qué es eso? Siempre y cuando no dejemos de deslumbrarnos con lo ya visto y repreguntarnos lo ya sabido, podemos llegar a escuchar esa voz inocente que, desde nuestro interior, nos impulsa a averiguar o a googlear temas comunes que, al rescatarlos de la vida misma, pasan a recobrar importancia, y ahí nos decimos: “Cierto, qué significará eso que veo todos los días sin saber cuál es su origen o su razón de ser”. Algo así me pasó al ver que en algunos canteros de los jardines de las casas acostumbran recostar botellas de plástico llenas de agua, cercando las plantas o al pie de los árboles. ¿Qué receta mágica habría detrás de este amuleto reciclable? ¿acaso los espantapájaros del campo fueron reemplazados por botellas-espanta-perros-y-gatos en la ciudad? Y de ser así: Cómo un objeto tan simple, inmóvil y aparentemente inofensivo cumple la misión de evitar que estos animales domésticos quemen las plantas con su orín? Las explicaciones no científicas dicen que puede ser porque los reflejos del sol sobre la botella distorsionan la vista de los animales y esto los ahuyenta o que al ver su propio reflejo se alejan; es decir un efecto parecido al del mito de la bolsa de agua que espanta a las moscas porque funciona como una lente de aumento en donde todo se ve mas grande, lo cual las asusta; incluso si de teorías de reflejos se trata, hay quienes cuelgan CD de sus ventanas altas o en terrazas para ahuyentar palomas y murciélagos. Otras versiones que no tienen que ver con lo lumínico sino con lo instintivo dicen que es porque los perros y gatos no suelen ensuciar el lugar donde podrían saciar su sed, algo así como readaptar el dicho popular de “donde se come no se c…” por el de “donde se bebe no se c…”. En caso de que ambas teorías no sean muy convincentes, puede apelarse al sentido común y solo decir que se trata de que el animal no se anima a hacer lo suyo ante un elemento extraño o que las botellas le quitan el espacio que necesitan para hacer sus necesidades. En definitiva, la idea de encontrar una botella portadora de algún mensaje lejano que llegó a la superficie de un patio tras profundas excavaciones es tan improbable como la mágica creencia popular de que las botellas plásticas funcionan efectivamente como ahuyentador de animales. De ser esto posible, se buscarían soluciones milagrosas, apoyadas en simples objetos-ahuyentadores, para también alejar del ingreso a las viviendas de vendedores, predicadores, vecinas chismosas y encuestadores.

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