lunes, 14 de septiembre de 2009

Maniquíes Vivientes


Luego de haber visto la película “Loca por las compras” deduje que lo único que había llamado mi atención había sido la imagen de los maniquíes que cobraban vida dentro de los locales y tras las vidrieras para tentar a Rebeca (la protagonista) a seguir comprando compulsivamente. Estas estatuas vivientes comerciales empleaban palabras o gestos que resultaban más convincentes que el argumento de una buena vendedora. Más allá de la metáfora de que las mujeres somos capaces de dejarnos convencer por algo inanimado cuando se trata de complacer nuestros caprichos, la idea me pareció digna para una interesante estrategia de marketing: colocar actores o modelos en vivo, mostrando los productos en movimiento. Sin embargo, las primeras escenas que se me vinieron a la mente fueron variadas: la de la película mannequin; la cámara oculta de Video Match (Pacho Maniquí) en la cual un actor fingiendo ser un maniquí esperaba que el comprador se acercara para asustarlo; y hasta desemboque en los escaparates de la zona roja de Holanda(Ámsterdam) donde las prostitutas se exhiben a través de unas ventanas ambientadas por una luz de color rojo.
Toda esta asociación para terminar por descubrir, googleando palabras claves, que mi idea ya había sido aplicada en Argentina por la firma Falabella pero bajo el nombre de “vidrieras vivas”, un nombre que yo hubiera cambiado por el de “maniquíes vivientes”, aunque definitivamente ese rótulo iba a desviar el significado de las personas hacia mis divagaciones anteriores (una película, una cámara oculta o la oferta sexual vidriada).
Quizá sea una buena idea de que ante el robo de estatuas históricas (para fundirlas venderlas en el mercado negro) se apelen a las estatuas vivientes para decorar espacios verdes; y ante la falta de fuentes de trabajo, reemplazar los maniquíes por personas. Una buena solución para problemáticas sociales actuales, y para demostrar que ver una mala película comercial también lleva a reflexiones profundas.

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