jueves, 3 de septiembre de 2009

Letra de médico


El que habla de letra de médico de seguro piensa en una caligrafía inentendible, digna de un interprete de jeroglíficos a la hora de descifrar una receta médica; o quizás lo relaciona con un escrito formal, científico, de terminologías en latín y por ende también dignos de un traductor. Sin embargo, “Letra de Médico” es una obra literaria escrita por un cordobés, el Dr. Carlos Presman, quien piensa que el lenguaje (así como el corazón o los pulmones) es un órgano. Su obra fue presentada de manera informal y humorística en un espacio formal y serio como es el aula Magna de la universidad de Ciencias Exactas. Sus presentadores fueron dos amigos periodistas (Mariano Cognini y “Archi” Londero) quienes presentaron el libro de manera creativa: uno haciéndose pasar por vendedor ambulante recién subido a un colectivo que ofrecía un “accesorio para la cultura, indispensable para la cartera de la dama y del caballero, por la módica suma de $40”, el otro ingresaba a la mesa de presentación con un bolso donde llevaba todo lo que elegiría en el supuesto caso de naufragar y quedar varado en una isla desierta, y sacando cosas de su bolso, iba diciendo: “llevaría un celular y por supuesto un buen libro para entretenerme: como el de mi amigo Carlos Presman”. Entre medio de cada exposición, se proyectaron cortometrajes de Ramiro Sonzini donde la risa sanaba a través de la risoterapia de un entrañable Patch Adams, el médico de la película del mismo nombre que le cumplía los sueños a los pacientes en grave estado y divertía a los niños terminales con elementos del hospital, convirtiéndose en un payaso de bata blanca e improvisada nariz de payaso. Al final de la original exposición, había una sorpresa para la audiencia y para el mismo escritor y medico: un video de Alfredo Casero, caracterizado como el doctor Zircovich, y personalizando su actuación con una frase: “les sugiero comprar el libro de Carlos Presman, aunque mas no sea para aumentar el fuego de la salamandra en invierno cuando hace mucho frío”; a lo que la audiencia estallo en una gran risa, creo que ese fue el mejor cierre de la presentación de un libro que permite ver la delgada línea entre la vida y la muerte, a través de las líneas de sus páginas.

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